septiembre 09, 2010

A un año..

Ayer se cumplió un año desde que Manuel, mi esposo se fue de casa. Es increíble como pasa el tiempo. Como desde que esto ocurrió, me he transformado en otra persona, tal como lo promete mi Padre en 2 CORINTIOS 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."

Un año de esta situación, y al tratar de recordar ese momento, vienen a mi mente esas imágenes de dolor, esas noches en las que no dormía, en las que extrañaba ese abrazo de ese alguien a quien tanto amaba, pero ya no estaba porque había decidido irse, me dolía tanto. No encontraba consuelo en nada ni en nadie. Recuerdo que dentro de mi había mucho rencor por mi misma, no me explicaba como había sido tan inútil de no poder retener conmigo a la persona que más amaba en el mundo. Como pude haber destruido el hogar de mis hijos?.

Yo no podía entender como podía uno llegar a sentir tanto dolor. Era algo desgarrador, no podía ni describir la intensidad de dolor que sentía. No entendía lo que me pasaba ni entendía como iba a salir de eso. Yo quería que eso fuera una pesadilla, y es que así lo sentía cuando despertaba después de pocas horas de lograr conciliar el sueño. Pero al despertar me daba cuenta que era a partir de ese día, una confusa, inentendible y dura realidad. A mi mente venían miles de preguntas. Mis hijos, como explicarles que papa se va de la casa?. Como voy a sobrevivir? No tenia empleo. Como busco trabajo, si en los últimos años me había dedicado a cuidar de ellos? Quien va a cuida a mis hijos? Eran tan solo un pequeño de 2 años 8 meses y una princesa de 4 años recién cumplidos.

Mi cabeza daba vueltas, no quería comer, la comida me daba nausea, me sentía como zombi todo el día porque no podía dormir. 3 horas diarias era lo más que podía conciliar el sueño. Luego los nervios se dejaron mostrar, empecé a alterarme, los llantos de mis hijos me hacían sentir más grande mi dolor. Sentía que me volvía loca. No era posible que la persona que más amaba yo en la vida, a la que le juré amarla hasta que la muerte nos separara me hubiera traicionado. No lograba entender a donde se fue todo lo que el me decía. Si tan dolo dos noches antes recuerdo que me dijo que no le soltara la mano al dormir, que quería dormir de la mano conmigo porque me amaba tanto. Eran mentiras?? Es que nunca me amo? Es que durante 10 años solo le importo lo material, el trabajo, el tener casa, el tener un carro y no nuestra relación? Nunca le importo la familia, el hogar? Por que nunca se preocupo mas por nosotros?

Como era posible que el trabajo nos haya mantenido alejados, por que él decía que quería tenernos bien? Es que ponía el trabajo como una escusa para realmente alejarse de nosotros porque nunca nos amo?
Eran miles de preguntas, nunca lograba entender nada. Recuerdo que en mis citas con los diferentes psicólogos que fui les decía que lo que mas me interesaba era sanar ese dolor, y nadie podía hacerlo. Lloraba, lloraba y lloraba y no había forma de sanar ese dolor.

Tuve la oportunidad de preguntarle a Manuel que había pasado, y recuerdo que el me decía que se había enamorado, que con ella se sentía en las nubes, que ella lo hacia volar. Que ella era una mujer muy atractiva, muy linda, que la amaba. Que por mi ya no sentía nada, que disculpara pero que era la verdad. Lo escuchaba de su boca, pero no podía creerlo. Nunca lo había creído capaz de hacer algo así. Yo clamaba al cielo y decía que para mi hubiera sido mas fácil llevar un dolor de muerte, enfrentar mi viudez, y no este dolor tan desgarrador que no lograba entender. Le decía a Dios que hubiese entendido si El se lo hubiera llevado, pero esto que me pasaba, no lo lograba entender.

Luego de dos meses, alguien me sugirió un retiro de parejas para que lográramos entrar en razón… sentí que esto era la solución al problema. Puse mi fe en este retiro y aposte por que esa era la solución.
Manuel, entre obligado y como deseoso de hacer “algo” por lavarse un poco la conciencia, aceptó asistir. El día que me dijo que si íbamos lloré, porque tenía tanta fe en que mi Señor haría la obra, y de hecho, así fue. Dentro del retiro, me di cuenta que Manuel se sentía obligado a estar allí, así que ore mucho, me llene de fortaleza y le dije que yo ya no lo molestaba más, lo dejaba en libertad y que fuera feliz. En ese momento él me dijo que no le cerrara las puertas de mi corazón, me pidió que no tomara ninguna decisión. Que esperara al día siguiente, que a lo mejor ese era el día del milagro. Esa noche me pidió que durmiéramos juntos y me prometía que nada entre nosotros iba a pasar. Acepte dormir con el, con el dolor de solamente poder abrazarlo.

Al día siguiente, siempre dentro del retiro, rezamos el rosario, y mientras lo hacíamos yo clamaba al cielo que me diera una respuesta, que me diera una segunda oportunidad. Para sorpresa mia, al terminar de rezar el rosario Manuel me dijo que iba a terminar esa relación con Carolina. Me sentí feliz, sentía que Dios me amaba, me dí cuenta que la fe que había puesto en ese retiro había servido para mover parte de la montaña. Para mi, en ese momento, Dios era aun la imagen de alguien que esta en el cielo y que nos castiga y nos premia…. Pero nada más.

Al salir del retiro, nuestras familias nos esperaban en casa, cenamos todos juntos y yo me sentía feliz. Al otro día esperaba que mi esposo regresara a casa, pero por cuestiones de trabajo, salió de viaje por 3 días, así que pensé que al regresar de ese viaje lo tendríamos de nuevo con nosotros, pero no fue así.
Llegaba los fines de semana a vernos, y salíamos con mis hijos, pero nada mas, no había ningún contacto físico y ninguna palabra que él me mostrara que realmente quería estar allí.

Empezamos a asistir a terapias de parejas con una psicóloga, pero nada de lo que ella sugería lo hacia él.
Las platicas entre Manuel y yo eran algo tensas. Yo me sentía incomoda, empecé a deprimirme, a sentirme desdichada. Por mas que trataba de disfrutar los momentos que estábamos juntos, no podía, sentía que el estaba conmigo por compromiso y eso me hacia entrar en depresión. Era algo tan extraño, un sentimiento que yo no podía dominar, le contaba a la psicóloga lo que me pasaba, pero ella nada podía hacer. No encontraba yo como salir de ese cuadro. Por las noches lloraba, desconsoladamente, el hambre se me volvió a ir. Sabia que tenia que disfrutar el que Manuel estaba de nuevo con nosotros, pero al darme cuenta que el no disfrutaba de nuestra compañía, no había un arrepentimiento genuino en él, no había una palabra de disculpa, mucho menos de cariño hacia mi, sin mencionar, ningún contacto físico, me hacia sentir horrible, venían a mi mente las palabras: “Ella es una mujer muy atractiva, con ella me siento en las nubes, a ti ya te deje de amar”… y ese infierno no terminaba dentro de mi. En mi habían sentimientos encontrados, se supone que debía sentirme feliz porque él estaba ahora conmigo, pero me daba cuenta que el sufría porque no era lo que realmente quería. Mas de una vez le pedí el divorcio, pues sabía que eso era lo que él quería y que no se atrevía a pedirlo. Siempre se molestaba y terminábamos haciendo caso omiso a mis palabras.

Ese día, nuevamente pude ver como él actuaba “forzado en la marcha”. Definitivamente no era feliz, definitivamente no era lo que él quería. Yo no podía ser egoísta y retenerlo conmigo en contra de su voluntad, otra vez sentimientos encontrados. Lo amaba tanto, quería luchar por el hogar y la familia de mis hijos, pero sabía que él no era feliz. Así que nuevamente tomé la decisión de pedirle el divorcio. Recuerdo que le dije que yo no podía comportarme ni ser la persona que el pretendía que fuera,( Dentro de mi venían nuevamente esas palabras “ella es muy atractiva, con ella me siento en las nubes, a ella la amo, a ti te deje de amar”) y él no era lo que yo quería que fuera, (extrañaba a mi esposo amoroso, cariñoso, servicial, detallista y el ya no estaba) Así que nuevamente le dije que quería el divorcio. El se enojó, me dijo que si tanto me urgía divorciarme de él, que yo hiciera los tramites, porque el no tenia ni tiempo ni dinero.

Los días pasaban y regularmente llegaba a casa a ver a los niños y tratábamos de llevar una relación más cordial. Pero Manuel tomo la decisión, y esta vez, dijo, era definitiva. Había decidido que como yo me mantenía con altos y bajos emocionales, que mejor iba a hacer su vida con Carolina.

Otra vez, volví a sentir como esa puñalada de la persona a la que amas se vuelve a enterrar, ahora él se iba porque yo era una persona emocionalmente inestable. Sentí que nuevamente me hundía más. Como era posible que esto me pasara a mi?

Para ese entonces yo ya había empezado a trabajar, y a mi “inestabilidad emocional” más el inconveniente de no tener con quien dejar a mis hijos, se sumo los problemas de salud que cada día me afectaban más. Esto me vino a terminar de arrastrar.

Yo sentía que no podía ni pararme del dolor, me sentía incomprendida, me sentía totalmente abandonada, como era posible que habíamos hecho un pacto de estar en la salud y en la enfermedad, en lo bueno y en lo malo, en lo prospero, y en lo adverso. Y en este momento que yo mas necesitaba que estuviera conmigo en lo malo, en la enfermedad, porque realmente estaba enferma de depresión, el me abandonaba? Me sentía caer, tanto físicamente, como emocionalmente, empezaron nuevamente las noches de desvelo, los días en que las comidas me daban nausea, otra vez los nervios de punta, la perdida de peso. El pelo se me caía, mi rostro, cada vez mas demacrado. Cuando caminaba sentía marearme, cuando me agachaba a recoger algo, veía todo negro y la cabeza me dolía, sentía nauseas sin saber porque. Amanecía con dolores estomacales horribles, empecé una alergia en mi cuerpo, no sabia ni que, ni porque, pero yo sentía picazón y ardor. Yo me sentía, literalmente echa un trapo viejo, sucio y roto, tirado y pisoteado. Y no lograba entender como ese pacto, esa promesa de estar en las buenas y en las malas, no las podía él cumplir. En más de una vez pensé en que era mejor estar muerta, que llevar este tipo de vida. No pensaba en mis hijos, no pensaba en lo que ellos sentían. Yo solo quería morirme, terminar con este dolor.

Confirmado! , nunca me amó. Nunca llegó a sentir por mí ese amor que yo sentía por él. Ese amor que a mi me hacia “aceptar” su alejamiento del trabajo con tal de que él pudiera darnos lo que queríamos. NO entendía como pudo fingir amor por mi tanto tiempo. No entendía como no podía entenderme.
Empecé a trabajar en mi recuperación, a buscar de Dios. Empecé a ocupar mis fines de semana en retiros de sanación y liberación, empecé a preocuparme por mi salud y a visitar a mi nutricionista para que me ayudara con mi alimentación. El diagnostico con ella? Grado de desnutrición 2 e inicio de descalcificación en huesos, Era de esperarse, el esmalte de mis dientes estaba dañado, el pelo se me caía y la ropa me quedaba dos y hasta tres tallas mas grande.

Mi nutricionista es restaurada, y ella también me aconsejaba y me daba fuerzas y esperanzas, me aconsejo seguir el camino que me había trazado, buscar de Dios y dedicarme a mí.
El tiempo ha pasado, y parece que todo eso fue ayer, parece que toda esa tormenta se vivió hace poco. Y si me preguntan, si, se siente como esos días en los que todo se derrumba, que viene un terremoto y todo lo botó, lo destruyo, toca empezar de nuevo con las pocas cosas que a uno le quedan.
Que fácil se me hace ahora ver hacia atrás y darme cuenta que durante este año tantas cosas me han pasado. Mi Padre me ha tomado de su mano y me ha llevado por un camino para mi totalmente desconocido. Un camino al que me acerque buscando paz interior, perdón y consuelo a tanto dolor.
Me encontré con un camino lleno de misericordia, de perdón para mí, de amor, un amor incondicional, de “Ángeles” dispuestos a tenderme una mano llena de comprensión y ayuda desinteresada. Encontré un camino donde todas las noches hay alguien que cuida de mis sueños y por las mañanas esta pendiente de que tenga aire fresco para respirar.

“ Pues he aquí, yo creo cielos nuevos y una tierra nueva, y no serán recordadas las cosas primeras ni vendrán a la memoria” Isaías 65:17.

Así mismo pareciera que hizo Él. Nunca me imaginé que este camino traería a mi vida tanta paz, tanto consuelo, tanto amor. La lista de cosas buenas que ha traído a mi vida este camino es interminable. Pues me ha mostrado mis errores, y me ha ayudado a corregirlos. Me ha llenado de un amor tan grande por El que todo este dolor, para mi valió la pena sufrirlo.

A mis hijos los veo con otros ojos, siento que jamás los había amado como hoy. Cada día que despierto clamo al cielo agradecimiento por permitirme despertar, cada noche agradezco por cada bendición.
Gracias Padre, porque me has transformado, has hecho de mi una persona agradecida, una persona que te ama a ti y que sabe que tus planes para mi vida son perfectos. En tu palabra he encontrado tanto aliento, tantas promesas pendientes de cumplir.

No me sirvieron las citas con los psicólogos, porque solo El ha podido sanar mi corazón, las promesas que El hace las cumple y a ellas me quiero aferrar.

El SEÑOR edifica a Jerusalén; congrega a los dispersos de Israel; sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas Salmo 147: 2-3