marzo 19, 2011

A 11 años...

Ese 19 de febrero…


El 19 de febrero pasado, desperté un poco tarde por la vigilia que se había realizado la noche anterior en el grupo JSMF. Un buen baño, y luego decidí invitar a mis preciosos a desayunar fuera de casa.

Nos arreglamos y no tenía ningún plan especial para ese día. Así que luego de ir a desayunar decidiríamos que haríamos.

Durante el desayuno, mientras mis hijos jugaban, me puse a hojear el periódico y es como caigo en cuenta que era 19 de febrero, fecha en la cumplía 11 años de matrimonio. En ese momento sentí una nostalgia dentro de mí… Cumplía 11 años de matrimonio y no me había percatado de la fecha!!! En ese momento decidí que luego de desayunar iría a la capilla de adoración perpetua a dar gracias a Dios porque a pesar de todo, aun sigo estando casada con el hombre que Dios escogió para mi, y aunque meses atrás, Manuel me dejó claro que quería tramitar el divorcio, a la fecha, aun no veo yo ninguna demanda, y declaro en el nombre de Jesús, que no la veré, porque mi Padre tiene el control total de esos papeles.

Al salir, les expliqué a mis dos pequeñitos que me acompañarían a orarle a Jesús. Al llegar a la capilla de adoración eran las 12:15… justo la hora en la que yo, 11 años atrás, estaba dando el sí en al altar.

Y allí, frente a mi Señor Jesús, empecé a agradecer por los 10 años de matrimonio que me permitió vivir al lado de un hombre maravilloso, a agradecerle porque Manuel siempre fue un esposo responsable, pendiente de sus hijos y de mí. Y en ese momento, recordé que mi pacto no fue con Manuel, mi pacto fue hecho con Dios. Así que en oración, le dije a mi Señor que allí estaba, frente a Él, renovando esos votos que once años atrás había realizado frente al altar, diciéndole a mi Señor que si, si acepto nuevamente amar a ese hombre que El permitió que yo conociera y que fuera muy feliz a su lado. Diciéndole que si acepto amarlo hasta que la muerte nos separe, si acepto seguir con él en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, acepto nuevamente estar con él en la pobreza y en la riqueza y serle fiel, todos los días de mi vida. Acepto seguir orando cada día porque mi pacto y mis promesas no fueron hechas a Manuel, fueron hechas a mi Padre amoroso que un día permitió que conociera a Manuel y que gracias a ese hombre hoy tengo a dos niños hermosos, que me llenan mi día de sonrisas, de abrazos y besos. Dos niños que cada día me recuerdan que son fruto de un amor tan puro y real que he sentido por Manuel desde que acepté compartir mi vida con él, hasta el día de hoy.

Al salir de la capilla, mis hijos notaron que yo estaba llorando, y Ximena me pregunto porque mis ojos estaban rojos, le comenté que estaba un poco triste porque esa fecha era muy especial para mí y que lamentablemente no podía celebrarla como yo hubiese querido. Mi niña hermosa me dijo que fuéramos a un parque de diversiones a pasarla bien y que allí, mi tristeza se iría.

Aceptando su linda sugerencia, decidí ir a celebrar mi renovación de votos, con lo más hermoso que me ha quedado de este bendito matrimonio, mis dos hijos. Nos subimos a los juegos mecánicos, corrimos, gritamos en la montaña rusa, en el tren.. comimos, y nos divertimos viendo a los animales del zoológico. Ya muy tarde, mis hijos estaban cansados, y nos fuimos de regreso a casa.

El día terminó, así como llegó…. No me di cuenta de la fecha, y en alguna ocasión quise celebrar mi renovación de votos cuando cumpliera años de casada, lamentablemente este año no se pudo dar. Solo Dios sabe cuando permitirá que Manuel regrese a casa y que celebremos muchos aniversarios más juntos, con nuestros votos renovados frente al altar. Diciéndole a nuestro Padre: si acepto… hasta que la muerte nos separe.