marzo 23, 2010

La fe a veces se baja.

Esa noche llame a quien le digo "mi luz", Sandrita, la mujer que vino a iluminar mi vida con la luz del Señor, le suplique que orara por mi, que orara por Manuel porque aunque sabia que mi Señor era mas fuerte y amoroso, yo me sentía mal en ese momento. Ella siempre dispuesta me dijo que esa noche me tendrían en oración a mí y a mi esposo para que esas ideas de adulterio no se llevaran a cabo.
Y es que después de 6 meses de estar separada, de orar día y noche por la restauración de mi matrimonio y tener la confianza puesta en el Señor de que esto se solucionara, me sentí un poco tambaleante, pero luego de una oración sentí que mi Dios era mas fuerte y que nada ni nadie me iba a volver a botar.
Al otro día me levante, me sentía un poco desanimada, ore, suplique e implore a mi Dios su misericordia para que pudiera estar bien de nuevo. Fuimos con mis hijitos a la iglesia y me la pase llorando, suplicando a Dios que me sanara de nuevo, y así fue. Regresamos a casa y debía preparar el almuerzo porque Manuel llegaría a almorzar.
Almorzamos, la pasamos bien, como en aquellos tiempos que éramos una familia feliz, una familia integrada, en donde aun estando yo alejada del Señor, sabia que era dichosa por lo que me había dado. No esta de más agregar que el Señor no era parte de nuestras vidas en ese entonces y fue lo dividió mi matrimonio.
Manuel se fue rápido ese día, tenia que salir con sus papas sin embargo acordamos que el martes de la semana siguiente cenaríamos juntos para conocer un nuevo restaurante que acababan de abrir.
Por la tarde, me dedique a mis pequeños, salimos a jugar, a comer un helado y luego a descansar.
Por fin el martes se llegó. Ese día me sentía muy nerviosa, parecía una de esas citas en las que no conoces con quien te veras. Nos reunimos y cenamos tranquilos, fue un momento de cordialidad, reímos y compartimos la cena. Al finalizar cada uno regreso a su casa.
Esa noche recuerdo que empecé a orar dentro del carro cuando iba hacia mi casa. Y le daba a gracias a mi Señor por tanta bendición. Le dije a mi Dios que a pesar de tener mi matrimonio desintegrado me sentía dichosa de todo lo que me había dado. Sentía gozo en mi corazón, le dije una vez mas que mi vida le pertenecía, que yo quería que me transformara, que mis planes no eran míos sino de El, que me guiara para poder actuar de acuerdo a su voluntad para que mis pasos, mis acciones y mis pensamientos se encaminaran a lo que el quería para mi.
Le pedí que me iluminara, porque no sabia si seguir orando por Manuel, por la restauración de mi matrimonio. Le pedí a mi Señor que me sanara, que me diera una luz. Le dije que yo quería crecer como ser humano, porque era su hija, era la hija del Rey. Le suplique que me enseñara que debía de hacer, en mi mente venían pensamientos de ya no seguir orando por Manuel, de desistir a esa idea loca de querer restaurar el hogar de mis hijos y por ende mi matrimonio.
El miércoles por la mañana me sentía un poco confundida, pero recordaba la escritura que en Santiago dice: “quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor” (Santiago 1:6-7).
Pase el día orando, pidiéndole a Dios una señal, le preguntaba si realmente valía la pena seguir, si ese sentimiento de ya no luchar por mi matrimonio venia de El.
Por la tarde, recibí un correo de una mujer que me escribía para decirme que tiene un ministerio de restauración, que la llamara.
Al salir de mi trabajo la llamé, Al solo escuchar su voz mi alma se quebranto y empecé a llorar, nunca antes había hablado con ella, pero empezó a hablarme a decirme cosas lindas que eran promesas de Dios. Me hablaba de que siendo fiel en el Señor iba a conseguir mi objetivo porque Dios cumple sus promesas. Me dijo que esta prueba era para dar testimonio frente a muchas mujeres de lo que se consigue si se es fiel a Dios. Me platico de que mi Dios me había quebrantado, casi me deshizo para volverme a hacer. Me boto, pero para volverme a levantar, para hacer de mi una persona nueva, transformada en Cristo Jesús. Que no dejara de orar por Manuel, que todos los días le pidiera a mi Dios porque primeramente pudiera tener la necesidad de arrepentimiento y que esperara en el Señor. Me decía que mi casa seria restaurada, tal como Dios lo promete en Hageo 1:8 Subid al monte, traed madera y reedificad el templo, para que me agrade de él y yo sea glorificado--dice el SEÑOR,
AL terminar esa conversación, sentí como si el mismo Dios me hubiese hablado, me había dicho tantas cosas que una noche antes había suplicado en mis oraciones a Dios que me aclarara, y es que no es la primera vez que me sucede, cuando he pedido de corazón mi Padre misericordioso ha contestado mis dudas por medio de ángeles que me vienen a hablar y aconsejar. Empecé a llorar desconsoladamente, no se que me paso pero no podía dejar de llorar, daba gracias a mi Dios por esa llamada, por esa persona que sin saber quien es había venido a decirme muchísimas cosas que yo necesitaba saber.

El fin de semana siguiente mis suegros y yo planificamos ir a escuchar una platica de Fernando Casanova.  No cabíamos en mi carro por ser sedan.
Le pedí a Manuel que entonces se quedara con mis hijos para ir más cómodos y su respuesta fue negativa. Entonces le pedí que me prestara su carro ya que es más grande y allí podríamos ir un poco más cómodos.
El sábado llego a cambiar de carro, me pregunto si estaba bien para sacarlo a carretera, pues se iría a pasar la noche a la costa, a las piscinas.
En ese momento me sentí como que un puñal se estaba clavando en mi corazón, pero gracias a Dios resistí y actué con muchísima serenidad. Le conteste que si estaba en condiciones, que no se preocupara. Se despidió y le desee buen viaje.
En cuanto se fue me quede destrozada, le pedía a mi Dios que me diera fortaleza para continuar con esto. Fui a buscar a Sandrita para comentárselo y me indico que no debía ponerme así, era algo que yo ya sabia y debía ser fuerte. Era lógico que lo que Manuel quería era humillarme, hacerme sentir mal, pero no debía permitir que eso me afectara. Hablamos un rato y su esposo, Willy, me explicaba como a veces el Señor nos hace pasar por pruebas duras, nos hace esperar mucho tiempo para tener una respuesta, tal como le paso a Moisés, como le paso a Abraham.
Salí de casa de ellos un poco mas reconfortada y luego con mis hijos fuimos a traer a mis suegros para ir a escuchar el testimonio del Hno. Fernando Casanova.
La pasamos bien, me sentí llena de Espíritu Santo con las alabanzas.

El domingo por la mañana amanecí un poco deprimida, arregle mi casa, arregle a mis hijos y me fui a la comunidad de parejas que se formo luego de un retiro al que asistimos Manuel y yo en la oportunidad que pensamos empezar a arreglar las cosas.
En esta comunidad todos asistieron con sus parejas, menos yo. Sin embargo me sentí bien con ellos. Son personas que se reúnen para rezar, orar, compartir y conocernos mejor.
Les platicaba lo que me pasaba y me decían que ya era suficiente, que ya no debía sentirme mas así, que las cosas que Manuel hace y dice no deben afectarme. Pero es muy difícil para mí.

Hoy martes 23, amanecí muy confundida, por momentos siento que debo desistir. De repente empecé a sentir desesperación y llame a Erwin, un amigo que esta pasando por la misma situación y que en mas de una ocasión me ha pedido que intentemos una relación.
No me contesto y pensé que no convenía conversar con él. Mi deseo de hablarle era para saber como van sus trámites legales con su esposa, quien no le deja ver a sus hijos desde hace 4 meses.
Estando en mi trabajo empecé a sentir desesperación, ganas de salir corriendo, de terminar con todo esto. Por momentos siento que ya no vale la pena continuar, y es que ayer que platicaba con la mama de Manuel me comentaba que el se confeso con ella y le confirmo que anda con Carolina, sin embargo, por el momento no es una relación formal, según él. Entre otras cosas Manuel le comento a mi suegra que el estaba muy confundido porque ya no quería vivir con ella, pero tampoco quería irse a vivir con Carolina. Doña Miriam, mi suegra, le sugirió buscar a Dios, le sugirió ir a un retiro y el acepto. Sin embargo, entre otras cosas, el le dijo a su mama que no entendía porque yo no hacia mi vida por otro lado. Porque seguía insistiendo en que esto se iba a solucionar.

Estas palabras sonaban constantemente en mi cabeza durante la mañana, de repente me llamo Erwin, devolviéndome la llamada. Me comentaba que el fin de semana estuvo en un retiro cerrado y que al salir de el se lleno de valor para ir a buscar a sus hijos. Tuvo problemas para entrar a sus casa ya que su suegra y su esposa no lo dejaron entrar, pero cuando estaba parado en la puerta su hijo pequeño se asomo y al verlo grito de felicidad. La niña grande lloro de emoción. Solo pudo estar con ellos 6 minutos, pero dice que eso lo lleno.
Platicamos que estamos muy afectados por nuestra situación, sin embargo me decía que no es pretexto para negarnos la oportunidad de volver a creer en la posibilidad de una familia feliz.
Esto solo me viene a confundir un poco más. Por un lado mis dudas sobre si seguir o no perseverando en la restauración de mi matrimonio y por otro este hombre que me propone nuevamente que formemos una familia juntos, el conoce a mis hijos y dice que los podría llegar a querer mucho.
Por momentos no se que hacer, mi fe en la restauración de mi matrimonio se debilita, el problema es que con ella se debilita mi fe en Dios. Por momentos pienso: Sera que Dios existe? Será que realmente me escucha, me tiene algo mejor? O será que solo es algo a lo que me quiero aferrar, una creencia de que si actúo bien tendré recompensa?. A veces me siento perdida, sin un rumbo. Cuando esto viene a mi mente pido perdón a mi Dios y le pido que me vuelva a sacar a flote,.
A pesar de que diariamente le repito a Dios en mis oraciones que no me suelte, que no me deje caer de nuevo, que mi vida le pertenece y que con ella puede hacer lo que considere mejor. Pues en mas de una ocasión le he dicho a Dios que es el propietario de mi vida y que si con esta situación tendré una gran lección, que la acepto y con gusto voy a compartir mi enseñanza con alguien mas.
El problema es que en este preciso momento me siento como sin rumbo. NO se a hacia donde dirigirme. No se que pedir en mis oraciones, no se que planes de vida llevar a cabo.
Todo se lo dejo a mi Dios, El sabrá que tiene para mí, hoy mis pensamientos son estos, mañana solo El sabrá.
Proverbios 25:28
Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no sabe dominarse

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